Por: Econ. Pedro Francke.
El Presidente García ha anunciado un paquete de medidas anti-crisis. ¿Nos resguardará de la crisis? Evitará los despidos, el empobrecimiento de los agricultores, la pérdida de posibilidades para las micro y pequeñas empresas? Ayudará a las familias pobres a capear el temporal?
El discurso de García con el paquete anti-crisis implica un reconocimiento de que no estábamos “blindados”, como lo repitiera tantas veces. Más vale tarde que nunca, aunque el tiempo perdido en responder a la crisis internacional tiene un alto costo, haciendo que algunos de los golpes que nos dará esta crisis sean irremediables.
El centro del paquete son los 10,000 millones de soles de impulso fiscal, que resultaría necesario para compensar la caída de exportaciones e inversiones. Pero buena parte de eso ya estaba programado. Por ejemplo, los 10,000 millones incluyen 2,200 millones de soles de Foniprel, que ya estaban previstos.
Hay que recordar que, según el Presupuesto 2009 aprobado, el Gasto de Inversión era de solo S/. 16,2 mil millones, frente a un Presupuesto 2008 Modificado (con Créditos Suplementarios) de S/. 26.5 mil millones. En esta línea, aun si hubieran S/. 10 mil millones adicionales, éstos sólo nos pondrían en un nivel de inversión pública igual que el 2008.
Finalmente, cabe la duda si ese impulso fiscal, principalmente vía inversiones, llegará a tiempo. La experiencia del “shock de inversiones” fue aleccionadora respecto de cómo demora aumentar la inversión pública, aunque tal vez la máquina pública ya está más aceitada y acelerar proyectos en marcha sea más fácil que iniciar nuevos proyectos.
En suma, grandes dudas sobre este tema. ¿Hay impulso fiscal? Pienso que sí, aunque mucho menos de lo anunciado ¿Llegará a tiempo? Dudo que sea significativo antes de fines del 2009, cuando ya sería demasiado tarde.
Ahora bien, si hay dudas, hay también certezas. Está claro que el paquete tiene muy poco componente redistributivo y anti-pobreza, y por el contrario con alto énfasis en el gran capital y la inversión privada.
Respecto de lo primero, hay pocos respecto de programas sociales, empleo y agricultura, nada sobre educación y salud. Tal vez 300 millones de soles extra para nutrición, cuando ya el presupuesto recorta 400 millones de soles a los municipios para programas sociales. Apenas 100 millones de soles de “apoyo a trabajadores en áreas afectadas”. Se anuncia el programa Sierra Productiva, pero sin presupuesto¡ Se destina menos a estos sectores, que a las viviendas de US$ 100,000 para los sectores de altos ingresos, que recibirían 900 millones de soles!. Y claro, se les permite a las mineras y otras empresas pagar impuestos con obras que no serán fiscalizadas, mientras ya no pagarán el “óbolo minero”.
La poca atención a los despidos y empobrecimiento de los agricultores y microempresas que traerá la crisis, será sin duda una de las razones para que 2009 sea recordado como el año en que el segundo gobierno de García consolidó el rechazo popular.
Primero lo primero
Vale la pena insistir en que la política económica debe tener como objetivo mejorar la vida de la gente. Si en los últimos años de crecimiento económico la educación y la salud no han mejorado y los niños, los ancianos y las personas con discapacidad han estado desatendidos, por lo menos deben ser protegidos durante la crisis. Si muchas familias pobres no se beneficiaron durante los años de “vacas gordas”, pues que no sufran ahora las consecuencias en los tiempos de “vacas flacas”. Si ya la economía, por los ciclos provocados por el mercado, dejará a cientos de miles sin empleo y reducirá los magros precios que los campesinos reciben por sus productos, pues que tengan un alivio con mejor educación, salud y programas sociales.
En una situación de crisis, aumentar el gasto social tiene también una lógica macroeconómica. Es claro que cualquier paquete anti-crisis tiene que aumentar el gasto público. Así lo están haciendo Estados Unidos, Europa, China y muchos otros países. Sólo así se podrá compensar la caída en la demanda agregada, que se está produciendo por las menores compras de nuestros productos en el exterior y por la disminución y el encarecimiento del crédito.
El gasto social es un tipo de gasto público que tiene algunas ventajas en el impulso a la demanda agregada. Pensemos en pagar mejores salarios a los maestros y profesionales de la salud, construir y refaccionar colegios y centros de salud, y otorgar pensiones a los más pobres que están desamparados en su vejez, por mencionar algunas opciones. La ventaja más importante de estos gastos es que los pobres no compran carros importados o se llevan sus ganancias al exterior, sino que compran alimentos y ropa, aumentando así la demanda para los agricultores e industriales nacionales. De esta manera, ayudan a las empresas y al empleo nacional, y no drenan unas reservas internacionales que hoy debemos cuidar al máximo.
El gasto social también tiene la ventaja de que puede aumentarse con rapidez, de un mes a otro. Incluso programas que den empleo temporal construyendo pequeñas irrigaciones o rehabilitando caminos rurales pueden establecerse en pocos meses, lo que no sucede con las grandes obras de infraestructura. Estas son muy necesarias, pero recordemos lo que pasó con el llamado “shock de inversiones” con el que se estrenó la política económica del actual gobierno: 18 meses después todavía no terminaba de despegar. Y en tiempos de crisis, sólo unas semanas de retraso pueden tener graves consecuencias.
La crisis posiblemente golpee en mayor medida a algunas ciudades de la costa, que han crecido fuertemente en los últimos años en base a la agroexportación y la construcción. Un monitoreo continuo de las condiciones sociales en el país y una respuesta rápida con programas de empleo temporal en pequeñas obras de infraestructura, debería establecerse como un sistema permanente ante emergencias sociales.
La crisis demanda un aumento del gasto público, pero hay que insistir en mejorar la calidad de este gasto. El mayor gasto social debe orientarse a mejorar la eficiencia y la eficacia. Más gasto sobretodo donde más se necesita, en las zonas rurales más pobres y en las zonas urbanas donde haya mayor pérdida de empleos. Gasto orientado a resolver los problemas críticos de la educación y la salud, contratando personal con bonificaciones especiales para comunidades rurales. Presupuesto para un aseguramiento universal efectivo en salud. Gasto para programas que aprovechen y potencien la red social de los comedores populares, vaso de leche y organizaciones comunitarias.
El discurso de García con el paquete anti-crisis implica un reconocimiento de que no estábamos “blindados”, como lo repitiera tantas veces. Más vale tarde que nunca, aunque el tiempo perdido en responder a la crisis internacional tiene un alto costo, haciendo que algunos de los golpes que nos dará esta crisis sean irremediables.
El centro del paquete son los 10,000 millones de soles de impulso fiscal, que resultaría necesario para compensar la caída de exportaciones e inversiones. Pero buena parte de eso ya estaba programado. Por ejemplo, los 10,000 millones incluyen 2,200 millones de soles de Foniprel, que ya estaban previstos.
Hay que recordar que, según el Presupuesto 2009 aprobado, el Gasto de Inversión era de solo S/. 16,2 mil millones, frente a un Presupuesto 2008 Modificado (con Créditos Suplementarios) de S/. 26.5 mil millones. En esta línea, aun si hubieran S/. 10 mil millones adicionales, éstos sólo nos pondrían en un nivel de inversión pública igual que el 2008.
Finalmente, cabe la duda si ese impulso fiscal, principalmente vía inversiones, llegará a tiempo. La experiencia del “shock de inversiones” fue aleccionadora respecto de cómo demora aumentar la inversión pública, aunque tal vez la máquina pública ya está más aceitada y acelerar proyectos en marcha sea más fácil que iniciar nuevos proyectos.
En suma, grandes dudas sobre este tema. ¿Hay impulso fiscal? Pienso que sí, aunque mucho menos de lo anunciado ¿Llegará a tiempo? Dudo que sea significativo antes de fines del 2009, cuando ya sería demasiado tarde.
Ahora bien, si hay dudas, hay también certezas. Está claro que el paquete tiene muy poco componente redistributivo y anti-pobreza, y por el contrario con alto énfasis en el gran capital y la inversión privada.
Respecto de lo primero, hay pocos respecto de programas sociales, empleo y agricultura, nada sobre educación y salud. Tal vez 300 millones de soles extra para nutrición, cuando ya el presupuesto recorta 400 millones de soles a los municipios para programas sociales. Apenas 100 millones de soles de “apoyo a trabajadores en áreas afectadas”. Se anuncia el programa Sierra Productiva, pero sin presupuesto¡ Se destina menos a estos sectores, que a las viviendas de US$ 100,000 para los sectores de altos ingresos, que recibirían 900 millones de soles!. Y claro, se les permite a las mineras y otras empresas pagar impuestos con obras que no serán fiscalizadas, mientras ya no pagarán el “óbolo minero”.
La poca atención a los despidos y empobrecimiento de los agricultores y microempresas que traerá la crisis, será sin duda una de las razones para que 2009 sea recordado como el año en que el segundo gobierno de García consolidó el rechazo popular.
Primero lo primero
Vale la pena insistir en que la política económica debe tener como objetivo mejorar la vida de la gente. Si en los últimos años de crecimiento económico la educación y la salud no han mejorado y los niños, los ancianos y las personas con discapacidad han estado desatendidos, por lo menos deben ser protegidos durante la crisis. Si muchas familias pobres no se beneficiaron durante los años de “vacas gordas”, pues que no sufran ahora las consecuencias en los tiempos de “vacas flacas”. Si ya la economía, por los ciclos provocados por el mercado, dejará a cientos de miles sin empleo y reducirá los magros precios que los campesinos reciben por sus productos, pues que tengan un alivio con mejor educación, salud y programas sociales.
En una situación de crisis, aumentar el gasto social tiene también una lógica macroeconómica. Es claro que cualquier paquete anti-crisis tiene que aumentar el gasto público. Así lo están haciendo Estados Unidos, Europa, China y muchos otros países. Sólo así se podrá compensar la caída en la demanda agregada, que se está produciendo por las menores compras de nuestros productos en el exterior y por la disminución y el encarecimiento del crédito.
El gasto social es un tipo de gasto público que tiene algunas ventajas en el impulso a la demanda agregada. Pensemos en pagar mejores salarios a los maestros y profesionales de la salud, construir y refaccionar colegios y centros de salud, y otorgar pensiones a los más pobres que están desamparados en su vejez, por mencionar algunas opciones. La ventaja más importante de estos gastos es que los pobres no compran carros importados o se llevan sus ganancias al exterior, sino que compran alimentos y ropa, aumentando así la demanda para los agricultores e industriales nacionales. De esta manera, ayudan a las empresas y al empleo nacional, y no drenan unas reservas internacionales que hoy debemos cuidar al máximo.
El gasto social también tiene la ventaja de que puede aumentarse con rapidez, de un mes a otro. Incluso programas que den empleo temporal construyendo pequeñas irrigaciones o rehabilitando caminos rurales pueden establecerse en pocos meses, lo que no sucede con las grandes obras de infraestructura. Estas son muy necesarias, pero recordemos lo que pasó con el llamado “shock de inversiones” con el que se estrenó la política económica del actual gobierno: 18 meses después todavía no terminaba de despegar. Y en tiempos de crisis, sólo unas semanas de retraso pueden tener graves consecuencias.
La crisis posiblemente golpee en mayor medida a algunas ciudades de la costa, que han crecido fuertemente en los últimos años en base a la agroexportación y la construcción. Un monitoreo continuo de las condiciones sociales en el país y una respuesta rápida con programas de empleo temporal en pequeñas obras de infraestructura, debería establecerse como un sistema permanente ante emergencias sociales.
La crisis demanda un aumento del gasto público, pero hay que insistir en mejorar la calidad de este gasto. El mayor gasto social debe orientarse a mejorar la eficiencia y la eficacia. Más gasto sobretodo donde más se necesita, en las zonas rurales más pobres y en las zonas urbanas donde haya mayor pérdida de empleos. Gasto orientado a resolver los problemas críticos de la educación y la salud, contratando personal con bonificaciones especiales para comunidades rurales. Presupuesto para un aseguramiento universal efectivo en salud. Gasto para programas que aprovechen y potencien la red social de los comedores populares, vaso de leche y organizaciones comunitarias.
1 comentario:
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